martes, 22 de febrero de 2011

Astorga, 1981

No puede ser. Yo también llevo uniforme, como ellos.
Si la cosa se alarga, habrá desordenes, puede que la gente se lance a las calles a defender su derecho a la palabra y la vida en libertad.
No puedo despegar la oreja de la radio y palpo la incertidumbre de mis compañeros, que solo rompen su silencio para preguntar a otros ignorantes qué pasará.
Se suceden las horas despacio y hemos olvidado el sueño, la madrugada se estira.
Si nos sacan a la calle tendremos que empuñar el fusil cargado. ¿A quién perseguirán mis balas?
No pienso obedecer las órdenes de disparar, no a mi pueblo, no a mi gente. No ataré manos callosas como las mías. No regaré con sangre la sumisión de mi patria.
Si tiene una oportunidad el amanecer, la pesadilla habrá terminado. Maldito febrero, solo me quedaban tres meses de mili.

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