martes, 22 de marzo de 2011

MARZO

Algunas veces marzo mayea. Con tantas ganas de primavera olvida que el invierno aún pervive hasta el final de la tercera semana y practica con disparos de rayos de sol las primeras caricias desde septiembre.
El frio cede, buscando sus cuarteles, donde se esconde poco a poco, mas no del todo.
Las primeras abejas ensayan sus vuelos buscando polen entre las tempranas margaritas, hermanas del trébol.
Cuando marzo se percata de la realidad, no puede evitar el viento helado que abrasa las pieles, corta los labios y recuerda de donde viene, de las entrañas más desoladoras del invierno.
Pero el equilibrio empieza a ser controlable. Casi sin darse cuenta se debilitan los hielos, se difuminan las nieves y el padre sol encuentra tiempo y espacio para asentarse entre las plantas.
Los trigos, antes asustados por las nieves y la escarcha, comienzan a tejer una alfombra verde, que se extiende entre lomas y valles y convierte los campos yertos en una promesa de pan.
Han engordado las yemas de los chopos, están preñadas las puntas de las lilas y asoman con timidez los primeros geranios en las ventanas.
Tiempo de alimentar los campos, estercolar el huerto y llamar al baile del hombre con la tierra.
Hay que salir al campo, abandonar la pereza y las brasas de la hornacha, planificar las labores de la tierra, capear las paredes con barro nuevo y trabajar para que la tierra vuelva a ofrecer un futuro de pan y vino. 

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