lunes, 5 de septiembre de 2011

Detrás de nada

imagesUn día le confesaría que la seguía cada tarde, cuando ella salía de la academia, con su carpeta abrazada contra el pecho.

Podría decirle, que las tardes de lluvia, llevan su perfume enganchado en el aire húmedo y que su pelo libera, clandestinamente mil aromas, para que subsista un corazón de segunda mano y un cerebro que se aprendió sus pasos de memoria.

Le diría que persigue todo el aire que corre a su alrededor, para poder impregnar las dos pieles, de las mismas moléculas de oxígeno, para compartir el mismo medio, por compartir el máximo.

Le contaría que la música tiene ahora distinto ritmo, desde que la vio una vez junto a la máquina de los discos, tarareando una canción y que todas las danzas han perdido su significado, si no son un pretexto para abrazarla.

Se lo contaría todo, si los miles de palabras tiernas, no paralizasen su lengua, amontonando la sangre en sus mejillas.

Pero ¿cómo explicar la parálisis repentina ante un folio en blanco? ¿por qué nunca echaría al buzón la carta que nunca escribió?    

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