sábado, 29 de diciembre de 2012

La Alcoba

alcobaEn un cuartucho pequeño, sin luz propia, junto a la cocina, como puerta una cortina gruesa, y en una cama estrecha de hierro, con colchón de lana, arrimada a la pared, desgranaban Juan y Lucía los sueños.

El arado quieto y el barro de los tapiales fraguando, los animales al calor de la cuadra y la prole recogida en los lechos.

Todo estaba en orden y tras preguntar por el hueco de la escalera ¿estáis ya todos acostados?,  y apagar las luces, se paraba el mundo para reposar a las órdenes del reloj de la torre. 

           Descanso del jornalero.

          Templo que, acabado el día,

          guardaba a Juan y Lucía

          hasta el gallo mañanero.

          Yunta sin surco ni apero.

          Reposan las herramientas

          de condenaciones ciertas

          y del trabajo maldito.

          Y puede, que otro chiguito,

          venga llamando a las puertas.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

La cocina

hornachaOlía a chopo ahumado y a matanza curando y no he encontrado otro ambientador que me vuelva a subir a las rodillas de mi abuelo, como aquel aroma.

Todos absorbidos por la lumbre, hasta la gata. Todos abrazando las palabras para jugar con ellas o para contar historias.

De entre las ramas y la paja en brasas, se alzaba desde las trébedes el aroma del pimentón de las sopas de ajo.

Cuando en la radio terminaba  El Parte, se compartía la cena… como las demás cosas.

Fuera, la reina era la helada.

        El puchero y la alacena,

         cerca de la hornacha el gato,

         banco de pasar el rato,

         conversación de la buena.

         Cuando el invierno envenena

         la luz de la tarde fría,

         nace un cuento, una porfía,

         unas risas de chavales

         y cuelga de los varales

         lo que fuera el gocho un día.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Lucía se peina

bolsitaNunca he sabido pintar sobre esa pared de la cocina, que antes era de barro encalado, la ventana que miraba a la calle y al paso de la vida por la carretera.

Junto a la ventana, había una bolsita de tela bordada con flores azules, llena de peines y peinetas, pinzas y horquillas.

Junto a la bolsa y colgado del mismo clavo, un espejo.

Y allí, ayudada de un palanganero de forja, desde mi niñez, aun se peina Agüela Lucía.   

 

Al rayar cada mañana

pasaba el peine al cabello,

puesto el peinador al cuello,

a la luz de la ventana.

Lucía, en tiempos lozana,

pelo moreno peinó.

Mas cuando la vida ardió

tiznó de gris su cabello.

No recuerda si fue bello

o hace mucho lo soñó.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Mi casa

Una casa es más que una verruga de adobe sobre la tierra.

Y más  una casa en la que se ha amasado el barro con sudor y se han labrado las vigas robando la vida a los chopos de la ribera, donde se han cocido las tejas con la fuerza del fuego de los robles y las encinas.

Una casa, cuando es la cuna de varias generaciones, es la patria siempre recordada de la niñez, el nido de las enseñanzas de los viejos, el recuerdo de los habitantes que en ella murieron, el almacén de trastos que acompañaron el vivir de sus gentes.

La casa de una familia, es un refugio al lado de la lumbre, un lugar al que volver.

                             MI CASA

                Sé de todos sus secretos

                 y del alma que la habita.

                 Espíritu que dormita

                 guardián de sus muros prietos.

                 Los tapiales bien sujetos

                 al suelo que la bendice,

                razones dan a quien dice

                que enterré yo el corazón,

                alizares de pasión,

                en las piedras que la rigen.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Esperando el fin

untitled-Ayer parió la vaca.

-Tenemos terminados los chorizos y las morcillas y los jamones están curando.

- El sembrado está nacido, después de que las lluvias de octubre regaran la simiente.

-El mosto ya es vino en la bodega y las carrales se preñan de vida.

-Hemos empezado la poda de los majuelos, para que se vuelva a conjurar el zumo de los cantos, que acarician las raíces de las cepas.

-Al amor de la lumbre contamos las historias y desempolvamos las viejas canciones en las noches de hilorios con calor.

En fin, como ya todo está hecho para que la vida continúe, esperemos pacientemente el fin del mundo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

La respuesta

imagesCA8DOHU4Aquel día, a la hora en que siempre tomaban el té juntos, encontró sobre la mesa camilla, al lado de las flores, la carta en la que le envió un poema.

Ella lo había leído, eso era seguro. Al lado del folio, se encontraba el sobre con las solapas rotas, se diría que con ansiedad.

En el ambiente se respiraba un aire de abandono, aunque el orden y la limpieza del lugar eran primorosos, como siempre.

La llamó, pero no encontró respuesta.

La única respuesta que obtuvo, fue la tinta borrosa, que sobre el poema había había dejado una lágrima al rodar.

Y supo que ella nunca volvería.

sábado, 10 de noviembre de 2012

El desahuciador

desahucio3Todo estaría bien no fuera por este maldito papel con una dirección.

Todo discurriría por un cauce normal si estas viejas no avalaran a sus hijos irresponsables, poniendo en juego esos asquerosos agujeros en los que viven.

Todo sería perfecto si mi mujer no se hubiera quedado en el paro.desahucio2

Todo sería como antes si no fuera por los recortes del Gobierno.

Todo sería mejor si pudiera contar con la paga extra de Navidad.

Todo sería más tranquilo si no tuviera que ir hoy a ese desahucio.

desahucioTodo tendría hoy otro color si yo no fuera policía.

Todo sería menos aterrador, si la vieja a la que desahuciar, no fuera mi madre.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Los muertos

muertosCada año volvía al pueblo el Día de los Santos, cuando se dice y se ve que hay nieves en los altos.

De suyo, no era muy hablador, pero cuando se encontraba ante la tumba de sus padres, dialogaba con ellos como si pudieran escucharle, incluso responderle.

Ya ve padre, otro año por aquí aprovechando unos días de permiso. La cosa está muy mala, pero voy tirando.

Que no madre, que no tengo novia, ni falta que me hace, que el buey suelto bien se lame, no se preocupe usted, que yo me apaño, soy un cocinillas.

Arreglaba un poco los alrededores del panteón, daba una vuelta a la casa colocando latas en las goteras y se volvía para una casa que no era hogar, pensando que a estas alturas, uno que ha emigrado, no tiene más patria que sus muertos.  

viernes, 12 de octubre de 2012


          MALDICIONES

Maldita sea la Dama de los Duelos
que esparce la miseria en los caminos
y tiende un manto gris sobre los pueblos.

Vértigo de los vientres deshojados
dispérsate en el viento como niebla,
termina ya tu guerra en los sembrados.

Maldita tu pasión por la tiniebla.
Negrura de los ojos de los niños
hundidos en la faz que un cráneo puebla.

Teta reseca de los pliegues fríos,
huérfana de la leche consumida
niega a las moscas tu pezón baldío.

Maldita sea la mano que te empuja,
que busca de los hombres fe sumisa,
que hiere el corazón como una aguja.

Descálzate la bota que nos pisa
la honradez, la fuerza y la mesura
con un chantaje que de muerte avisa.


Maldita tu afición por la tortura,
maldita delgadez de beber sangre,
maldito tu dominio mientras dura.


Maldita sea tu fauce cuando se abre,
maldito mi dolor que al mal acerca,
maldita seas tú, La Puta Hambre.

viernes, 21 de septiembre de 2012

El club de jazz

jazz clubNo se por qué los clubes de jazz tienen esa atracción para los solitarios. Seguramente son un estercolero en el que arrojar los cuajarones de melancolía, o precisamente lo contrario. Una manera de recargar de miseria vital las venas, como el último combustible, capaz ya de arrancar los corazones renqueantes.

El caso es que Jimmy llegó al Cerco de Luna una noche de hace cuatro años, arrastrando los zapatos y el alma, y aparcó sus cansadas posaderas en una mesa del fondo del local.

Rose, la cantante, apoyaba una mano en el piano y se contoneaba embutida en un vestido, que más que vestirla, encarcelaba sus caderas entre los barrotes de lentejuelas y catapultaba sus pechos hacia el cielo haciendo tragarse a Newton sus teorías.

Una noche tras otra y un gintónic cada cuarto de hora, Jimmy se animaba para acercarse a la diosa Rose, creyendo haber encontrado una vez más, a la mujer más maravillosa de la tierra.

Una noche salió tras ella a la trasera del local y vio como Rose naufragaba en un mar de lágrimas amargas aporreando la pared.

Jimmy puso entre sus labios un cigarrillo encendido y la abrazó por la espalda, mientras la oía despotricar contra aquel bastardo que la pisoteaba el corazón.

Desde aquel día Jimmy y Rose, compartieron cama y espejo del cuarto de baño.

Lo malo del amor entre cuatro paredes y con los besos a plazo fijo, es que termina por convertir en cenizas la pasión y acaba asfixiando casi cualquier corazón.

No es que Jimmy no la quisiera, pero se buscó una corista a la que abrazar por la espalda, para espantar a las hojas del almanaque y con la que regar de gintónic, las noches en las que Rose le abandonaba por el piano del club de jazz.

Anoche fue a buscarla al Cerco de Luna y la encontró llorando en el hombro de un tipo que la ofreció tabaco y le decía; Nena, deja a ese bastardo. Jimmy pegó media vuelta sin que le vieran y se fue a buscar otro club de jazz.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Campo electromagnético

imagesEs inútil, por más que lo intente, no saldrá de mis ojos ni una lágrima. No son orgánicos ni tienen lacrimales, están hechos de miles de células ópticas interconectadas al maxiprocesador.

No debimos saltarnos la Moral Cibernética y actuar como humanos.

Nuestra programación no preveía que nuestra bomba central tomase las funciones de un corazón y mandase a nuestro maxiprocesador una señal desconocida para cualquier máquina.

Pero yo me di cuenta, al verte, de que mis circuitos impresos se aproximaban al punto de fusión y tuve de reemplazar un par de fusibles para poder seguir funcionando.

Y tú tratabas de regular tus flujos de energía para obedecer las órdenes programadas. Pero sabías lo que yo quería, antes de preguntármelo con tu voz programada en tonos suaves, que a mi me sonó al más delicioso archivo Mp3.

Desde entonces dejamos de funcionar para la cadena mecánica y nos relegaron a este cuarto de chismes obsoletos e inútiles, en el que hemos seguido funcionando sin que nadie lo advierta.

Han sido miles de tardes compartiendo cortocircuitos y subidas de tensión y aunque nuestros componentes mecánicos, hayan dejado de funcionar poco a poco y uno tras otro, hemos podido disfrutar a escondidas de ese campo electromagnético existente entre nuestros dos maxiprocesadores.

Pero después de hoy no tengo más remedio que mi autocortocicuito. No vale la pena seguir funcionando sin ti. ¿Por qué tuvieron que fabricarte así? ¡Maldita obsolescencia programada!

viernes, 31 de agosto de 2012

La Chispa y el tabaco

La Chispa
La Chispa y el tabaco


La Chispa, la mi perra, era más fea que Picio, pero más lista que el hambre.
Algunas veces me la quedaba mirando a los ojos y terminaba mareao de verla un ojo de cada color, como  to los perros de carea, que por estas rastrojeras guardan ganao.
Mi otro compañero era el paquete de Ideales, descendiente del Caldo de Gallina y de los tabacos de picadura que daban con la cartilla de racionamiento. Un tabaco áspero y con unas estacas que bien se podrían usar como leña pa la lumbre o tizones apagaos pa escribir en cualquier parte.
Mientas triscaban las ovejas en lo libre o se paraban arriadas en La Zarza, y se callaban las cencerras, yo echaba unas buenas parladas con La Chispa. Y ella, sentada en frente, me miraba como si me entendiera, entornando la cabeza a un lao, poniendo arriba el ojo marrón y abajo el azul.
Claro, que el que parlaba era yo y La Chispa, que es de natural callao, hacía que me escuchaba, mientras yo metía la mano al bolso de la chaqueta de pana, buscando los ideales y el chisquero y ella me miraba liar el cigarro, hasta que echaba un suspiro de aburrimiento y apoyaba la cabeza en el suelo, entre las patas, con esa mirada perruna y paciente.
Yo le pegaba unos manotazos de arriba abajo a la rueda del chisquero y se encendía la mecha rápidamente, hiciera aire o no, para prender el chopo que me iba a meter entre pecho y espalda.
ValentínLa verdá es que gustar, no sé si me gustaba fumar. Si acaso lo que más me entretenía era quedarme mirando embobao los redondeles de humo que hacía echando la humarrera por la boca.
Por las mañanas me daba la tos, de fumar y como un clavo saca otro clavo, pues me hacía el primer cigarro, pa aliviar un poco la quemazón del pecho y parar la tos, pa no echar los güétagos por la boca.
La Chispa volvía a entornar la cabeza, con sus ojillos de dos colores, como diciéndome ¿pero estás modorro? si sigues quemando así tabaco, vas a echar el alma por la boca y nada va a quedarte que llevar al infierno y se liaba con el rebojo de pan duro, seguramente pensando que lo mío, ya estaba del todo echao a perder.
Un día La Chispa me se murió, no sé qué mal aire la daría y estuve como amurriao to la mañana, sin tener con quien cascar, las ovejas de suyo no dan mucha conversación.
 Me cogió como una tristura en el pecho, que ni la tos me daba,  cogí la azada  y el carretillo y llevé a La Chispa a enterrar a La Zarza, donde tantas conversaciones tuvimos tantos días.
A la mañana siguiente me levanté echando las tripas de la tos, como siempre. Bueno, como siempre no. Ese día parecía que los demonios me se iban a llevar vivo, de la congestión que me estaba dando. Busqué a La Chispa, sin acordarme de que se había muerto y no encontré quien me riñera por fumar.
Miré el paquete de Ideales recién empezao y me dije ¿pero tan borile voy a ser?

 Así que cogí el  tabaco y el chisquero y les llevé a enterrar con La Chispa a La Zarza y todos los años el Día de Los Santos les llevo a La Chispa y al tabaco, un ramo de esos de flores de los muertos y les rezo un Padre Nuestro.   

martes, 28 de agosto de 2012

Linchamiento

Linchamiento Mientras nosotros nos enriquecemos, enfundados en trajes caros, viajando en nuestros brillantes automóviles, la plebe consume la moral cortada a la medida de nuestra cuenta de resultados.

Les hemos contado la historia, y se la seguiremos contando desde nuestra televisión, que ellos consumen con avidez.

Así podrán compararse, ganando, con otro de sus iguales y se verán más limpios, olvidarán sus cuitas, encauzarán sus odios hacia el chivo expiatorio. Luego le expulsarán al desierto del olvido, mientras buscan otra víctima.

Mientras nos dan su sangre de corderos, nos olvidarán.

Por eso les hemos fabricado un monstruo y para que no nos pidan agua, les dejamos pedir sangre. 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Cuentos

imagesLa madre de Jacinto Flórez pasó en pocos años de escuchar los cuentos de la infancia a contárselos a su hijo.

Había una vez… Todos con moralina, todos con enseñanzas. Jacinto se hacía una idea del mundo, escuchando.

Después el cura le contaba a Jacinto Flórez otros cuentos de santos y figuras bíblicas, consecuencias normalizadas del bien y del mal, oraciones prefabricadas y un cuento que terminaba en la felicidad de los que vivieron creyendo lo que nunca vieron.

En la mili, a Jacinto Flórez le vinieron con el cuento de La Patria. Una masa de aire hirviendo, envuelta en telas rojigualdas y atronada por las cornetas que paren himnos. Una madre que le exigía hasta la última gota de sangre, que la otra madre le dio.

Una muchacha le contaba a Jacinto Flórez cuentos al oído, le prometía el paraíso y le exigía que él también inventase cuentos y promesas, que terminasen comiendo perdices.

La vida le contó otro cuento. ¡Trabaja, pelea, sacrifícate, compite! sólo así triunfarás. Apréndete este cuento y cuéntaselo a tus hijos para que la bola siga rodando. Y Jacinto Flórez se creyó también ese cuento.

De pronto se vio en la residencia de ancianos, al cuidado de las Hermanitas de La Caridad y las muchas horas libres le hicieron percatarse, de que  su cuento se acercaba al colorín, colorado.

Jacinto Flórez se levantó de la siesta y se puso a leer un cuento de esos que parecían ser más verdaderos, Un cuento de hadas. Luego cerró los ojos, harto de tanto cuento. 

viernes, 10 de agosto de 2012

Delete

deleteEn la pantalla de su ordenador estaba escrita su última historia, la que él releía una y otra vez entre meneos de cabeza y suspiros de impaciencia.

No es que no le gustara, no. Es que le parecía que era la enésima vez que escribía la misma historia de amor. Los dedos buscaban automáticamente las mismas teclas y dibujaba idénticas líneas, aunque él quisiera disfrazar su cuento con distintos nombres para ella, aunque buscara distintos nombres para los hoteles y diferentes nombres para, no importa qué ciudad.

Al fin y al cabo todo era cuestión de nombres distintos para la misma historia.

Aunque nunca publicó esa historia, la escribía cada noche, una y otra vez y antes de acostarse la hacía desaparecer, para que nadie la leyese.

Y cada noche volvía a soñar el mismo relato, en el que conocía al protagonista desde siempre y veía besos y caricias que nadie más conoció.

Hasta que un amanecer le encontraron de bruces sobre el teclado del ordenador, sin vida y con una pantalla del word en blanco, porque su nariz estaba apoyada en la tecla “delete”

miércoles, 25 de julio de 2012

El precio

TrillaCon las primeras luces apuntando tras las lomas, hubo que ignorar los pinchazos de los músculos, que querían negarse a abandonar el lecho y estirar los brazos hacia el cielo en busca de, no sé qué cuerda de salvación, de la condena al trabajo.

Los párpados quisieron superar la sensación de roce de madera sobre arena y al fin abrieron un resquicio en cada ojo para encender el mundo.

Con solo una voz abandonaron los camastros los brazos útiles de la casa, sin preguntarles la edad,ni el sexo, ni por su descanso.

Galletas de vainilla, la copa de aguardiente, chaqueta de pana para espantar el relente mañanero y después de uncir las vacas al carro, carretera y manta.

Camino de cantos hasta la tierra y el carro traqueteando a tamballadas supera la distancia con pereza.

Un brazado tras otro, pinchado en los dientes de la horca, se acomodan en el carro, tapan los laterales, levantan los telerines y ocupan el lugar del aire que empieza a calentar el sol, la mies se embarca en un viaje preestablecido.

En la era, sopas de ajo con torreznos, después de esparcer sobre el círculo de paja de ayer el fruto del acarreo. Vino ácido para lavar el polvo de los labios y observar el sol colándose amenazante por las rendijas del sombrero de paja.

La trilla da vueltas a los demonios del sueño y los tábanos bailan buscando la sangre de cualquier víctima, persona o animal. Las moscas devoran a las vacas por los ojos y el sol aplana cualquier plan de otra vida mejor.

Y cuando el astro tirano se coloca en lo más alto del cielo, al fin se cambia la paja por la olla y la familia de condenados se sienta a la sombra de una chopa para reponer las fuerzas del cuerpo.

La luz resulta cegadora, en los principios de la tarde del verano, cuando los restos del naufragio del madrugón se amodorran en una calma chicha.

Un rato de sucumbir a la tentación del sueño. La trilla está medio hecha, las vacas sueltas en las balsas del río y la siesta es un bálsamo imprescindible que construye un poco de paz sobre los zumbidos de las moscas.

No sabe si lo soñó o lo vio entre las rendijas del sombrero sobre la cara, pero supo que el futuro hablaría de que el pan, sin siega a hoz, sin acarreos, sin la gloria del aparvadero, con menos dolor de espalda, resultaría a la gente aún más caro.

sábado, 14 de julio de 2012

Con los cinco sentidos

imagesTodos los sentidos, y nada más que ellos, tienen su importancia en ese momento.

Uno escucha cada palabra, unas veces dulces, otras alegres, incluso alguna vez soeces y es una música que te hace ser consciente de que tus orejas nunca tuvieron tanta importancia.

El olfato hace que cada esencia perdida en el aire te penetre en el cerebro. El aroma de su piel al aire, los efluvios de su pelo que de pronto se hacen patentes.

Su boca sabe a olas dulces y a la vez saladas y tu lengua confunde los sabores en una mezcla endiablada, de la que no es posible descubrir su química.

El tacto se convierte en una forma natural de morir. Las manos pueden perderse por caminos, que explorados o no, siempre son nuevos. A través de la piel, que ignora las barreras del vestir, captas mil fuentes de calor apretado y puedes sentir como sus manos aprisionan tu nuca contra sus labios.

Pero los ojos son los que te hacen caer en un precipicio sin vuelta, en el momento del beso, cuando hartos de aspirar la luz de su rostro, los fotones de un mundo que se derrumba, las formas de su cuerpo único en la multitud, se cierran para poder seguir viendo más allá. 

viernes, 22 de junio de 2012

Se vende casa

casaSe vende casa amueblada, excelente situación, soleada.

Tantas habitaciones como sueños, paredes con gotelé de ternura, dos cuartos de baño alicatados de besos hasta el techo, cocina para corazones hambrientos a punto de desfallecer, despensa ya vacía y con puerta.

Todo en perfecto estado de conservación, suelos de voluntad de roble acuchillada, ventanas con doble puente para que no escape el calor, Chimenea a la que contar penas al fuego y para los inviernos despiadados, calefacción central.

Solo a cinco minutos del centro del alma, terreno ajardinado y porche con columpio, vistas a la puesta de sol de la eternidad.

Precio a convenir, valor innegociable.

La vendo  porque ella ya no está. 

miércoles, 13 de junio de 2012

Diosa

diosaA veces parecía una diosa en la tierra. La cara preciosa, un cuerpo bien moldeado, una suave levedad de sus pasos al caminar.

La sonrisa le ocupaba y le iluminaba toda la cara, mostrando unos dientes como perlas, los ojos transparentaban inteligencia y su voz era dulce y melodiosa.

Nadie pudo decir nunca, que saliera por su boca ninguna palabra inconveniente, que desentonara en sus relaciones sociales, que su vestir no fuera el adecuado a cada momento.

Pero nunca pensé que mi mirada naufragase en sus ojos, que mi boca quisiera ahogarse en el lago de su boca, que mi voluntad sólo sirviera para arder en su fuego, que deseara sus caricias dolorosas en mi piel, hasta que una de sus uñas, por accidente sucia, la convirtió en mortal.

miércoles, 6 de junio de 2012

La hoz

hozYa es un viejo y la gente dice que ha perdido la cabeza.

La cosa es que, cuando salió de la cárcel, vio a su mujer rapada al cero y padeciendo por la ingesta de aceite de ricino. La sangre se le subió a la cabeza y volvió a verse entre rejas, después de que la guardia civil le detuviera por degollar a Don Ramón con la hoz.

Desde que salió a la calle, después de muchos años, vivía en su casa destartalada, de la caridad de los vecinos, sin trabajar en el campo, por no descolgar la hoz.

El viejo pasa las mañanas subido en lo alto del puente, afilando la hoz en sus viejas piedras, echando alguna mirada de reojo a un periódico colocado sobre el puente.

Los vecinos se extrañan de volverle a ver con una hoz en la mano y preocupados le preguntan: ¿como afilas la hoz, si ya no la usas?

El viejo pasa su mirada de los vecinos al periódico y del periódico a los vecinos y murmura entre dientes.

-Vuelve a ser tiempo de siega.

martes, 22 de mayo de 2012

La Panderetera

CelerinaCelerina Ferrero tiene las manos que han amasado el pan de una vida y con ellas convierte el golpear a la pandereta en caricias a la tradición viva.

Ni siquiera ella recuerda todo lo que sabe, te oye cantar y rebusca en su memoria y poco a poco, primero en voz baja y luego cantando con más volumen y más seguridad, hace que tú termines por seguirle a ella.

Su cocina de Velilla de La Reina es el santuario de la memoria y en torno a su mesa brotan los cantares y los recuerdos.

¿Te importa que te grabe, Celerina?Celerina1

-No hijo, no. Esto que yo sé no es mío, lo aprendí de otros, de siempre, cantando desde niña por las cocinas y por los bailes de las eras y después donde me quieran oír.

Su pelo gris, lo pasa por la peluquería de vez en cuando y se viste de señora, cuando la ocasión lo requiere, con coquetería, pero su estado natural ya casi es envolverse en el traje regional, que ha vestido siempre, a partes iguales de orgullo y naturalidad.

Y su afición favorita es cantar con otros y para otros, tener la cocina llena de gente a la que cantar, bailar la jota para terminar diciendo: estas piernas…

Celerina2De pronto desaparece y vuelve con un cuaderno en el que ha pasado a limpio lo que escribe, pequeñas historias reales o inventadas de las calles de su pueblo, conversaciones entre perros, gatos o gallos, que seguro ella ha oído sentada a su puerta, versos de rima inocente y candorosa.

Celerina sigue teniendo sus raíces hundidas, cada vez con más fuerza en la tierra, para sujetar su planta de metro y medio. 

Bueno hijos, hasta cuando queráis.

Su dios guarde muchos años a esta enredabailes.

jueves, 17 de mayo de 2012

A palabras necias…

Peaje¡Cállate ya, maldita voz de lata! No sabes como me revienta oír tu perorata absurda, como si de verdad supieras lo que dices.

Me saludas, me das instrucciones, a veces órdenes, como si tuvieras derecho a irrumpir en mi vida sin permiso.

Unas veces llego a ti contento, otras cansado de dar tumbos, otras con miedos, con impotencias, otras con mi cuello preso de una cadena, que arrastra mi vivir y tú estás ahí a cualquier hora, dispuesta a importunarme, con esa facultad de hablar que pretende disfrazarte de persona con mando y discernimiento.

Pero yo sé que tus palabras en realidad, solo son una escusa de metal para controlar mi paso cerca de ti y que en fin, no esperas de mi respuestas, solo obediencia y acatamiento a tu pretendido orden perfecto.

No se me ocurren más formas de mostrarte inútilmente mi desprecio, solo me alimenta la esperanza de que alguien escuche mis denuestos y te haga callar. Por lo tanto, dame de una puñetera vez el ticket con el recibo del peaje y púdrete.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Piedras del orgullo

Foto de Guillermo Herrero Fernández

Foto de Guillermo Herrero FernándezUna piedra sobre otra y bajo los arcos puertas. Todavía es una mole imponente que nos habla de su antiguo poderío, de su afán por vigilar campos interminables.

Queremos imaginar como fue en su esplendor, pero no tenemos su imagen exacta.

Cualquier poblador de esta tierra imagina su pueblo con los ojos cerrados y lo primero que ve, es esa reunión de piedras hacia el cielo, encaramada sobre el castro y reinando sobre unos tejados que se saben protegidos.

Si subes hasta la planicie que lo alberga, casi podrás oír el choque de los aceros, la alarma ante la invasión, los gritos de los defensores, los lamentos de los prisioneros. Y a tus pies la paz.

Te sentirás el señor que asegura la vida cotidiana de los vecinos, oirás la música del canto de los gallos, el ladrido de los perros, las voces de las gentes, el bullir de los sueños entre los adobes.

A tu izquierda la paz del cementerio con las flores marchitas, la iglesia que comparte las piedras del castillo y las labores de vigilancia.Castillo2

Asomado a las almenas descubrirás que los campos no terminan nunca, verás agitarse en la primavera el mar de olas verdes.

Como las águilas, verás la copa de los árboles desde arriba, escoltando un río, que antes te defendía y hoy te acosa.

Si alguna vez has visto estas piedras, sabes que no puedes concebir el paisaje sin su castillo, sería como imaginar un jardín roturado y reseco.

No pueden concebir las gentes, el andar por los campos fecundos sin la referencia de las piedras en lo alto y en el centro de los puntos cardinales, como una estrella polar que orienta en la llanura.

Son piedras que hablan de nosotros porque nos conocen y nosotros las conocemos. No en vano nos han acompañado en las noches de agosto, soportando la lluvia de perseidas, han visto amanecer con nosotros después de las fiestas que nos reúnen y nosotros hemos pintado en ellas corazones.

Parecen los despojos de un viejo abuelo al que hay que cuidar hasta su muerte, escuchar sus historias y disfrutar de su herencia en vida.

Porque cuando la última piedra se derrumbe y nuestros ojos quieran ver lo que nuestra gente vio durante siglos ¿a donde miraremos?

viernes, 4 de mayo de 2012

El tintero seco

tinteroOtra vez llueve y pasan las horas pegadas a la ropa, buscando el calor que ya no da la primavera.

Tendría que escribir algo, tengo un compromiso que ante nadie adquirí y una riada de sentimientos, recuerdos e inquietudes que tienen que salir, pero no pueden o no saben y el tapón del tarro que les contiene amenaza con saltar por los aires, al no soportar la presión.

Es el cansancio, me digo, es la desidia que provoca el dolor, es la desesperanza.

No me sale nada que escribir, cuando las letras solo son negras y el fondo también.

La astenia me pregunta: ¿para qué vas a escribir? ¿puedes acaso despreocuparte de los ofendidos? ¿es que el mundo no puede pasar sin tus pamplinas?

La ansiedad me contesta que necesito esparcer lo que me cuece las tripas, pintar los recuerdos, sangrar el veneno melancólico que me recorre las venas.

Al fin la impotencia me advierte de mis limitaciones, la cobardía de las consecuencias de la sinceridad y la prudencia del más vale pájaro en mano…

Aunque la verdad es que si no escribo, será debido al desconcierto, al vacío, al haber olvidado que solo escribo porque me odio menos que cuando hablo.

 

lunes, 23 de abril de 2012

Un viejo zalce

hombre arbolCada mañana se lamentaba de haber marchado de su tierra y maldecía cuando veía caer aquella lluvia fina y cotidiana, que empapaba el último rincón del alma.

Los pinos, mas que verdes, parecían un ejército de fantasmas negros, moviendo sus brazos vegetales, entre la neblina que formaba el agua.

Quince días sin ver el sol, solo este asqueroso calabobos, barro y arroyuelos en el asfalto degradado. Cojo la maleta y me vuelvo, al fin y al cabo, poco tengo que meter dentro.

Y el tren se puso en marcha, abandonando un andén huérfano de nostalgias y pasando del día sin sol, a la noche de los túneles, como queriendo que la imagen del infierno húmedo se grabara en un flás, a martillazos de penumbra en su memoria.

Poco a poco, subió la luz. Ya se apartaron las montañas, la llanura era más franca, tenía menos pliegues donde esconder la desesperanza.

Recordaba este paisaje muy bien, aquí las desgracias vienen de cara, no tienen un escondite tras cada curva, andan a pelo sobre las rastrojeras.

Ya más tarde, el sol hizo olvidar las inundaciones de las manos a sueldo, los chopos escoltaban la entrada en el pueblo  y a lo lejos se dibujaban las ruinas de piedra encaramadas al puesto de vigía.

Se acercó al río, donde carga a cuestas con el puente y allí, junto al lugar en el que se sientan los viejos, clavó sus pies con fuerza en el suelo añorado y se durmió. Soñó con el paso de las estaciones sobre el puente, con los cambios de humor del río, con los rebaños pastando a su alrededor y ya no quiso volver a despertar.

Cuando salieron los viejos a esparcerse a la entrada del puente, uno dijo que ese zalce de ramas frondosas no estaba allí antes y el otro le contestó que cada día estás más modorro.

miércoles, 18 de abril de 2012

Centro de interpretación

minaToma, prueba, este martillo sirve para picar el carbón, debe de pesar cerca de veinte kilos y hay que manejarlo muchas veces con una sola mano, durante ocho horas. No, no sirve lo de resoplar, que el carbón hay que sacarlo, aquí se va a destajo, no sacas carbón, no cobras.

Fíjate como hay que postear, la tierra no se sujeta sola, hay que asegurarse de que tu tumba no sean unas cuantas toneladas de rocas sobre tus huesos. Así que no pare ese hacho, que hace falta madera.

Pica en la rampa, en estas minas tenemos la mayor inclinación en las rampas de toda España, un sesenta por ciento. Hay que asegurarse bien, cuidado al bajar que te mareas, Agárrate a la madera.

Mira, aquí se pica el carbón, tumbado boca arriba o boca abajo, agarra el martillo como puedas, pero pica, pica que ya te dije antes que el carbón hay que sacarlo. Por ahí cae hasta la galería, donde se carga en las vagonetas y si se atasca en la rampa, para eso tienes la dinamita, pero con cuidado.

Aquí han muerto unos cuantos, pero no te preocupes, la mayoría volvieron a salir. Solo hay que tener un poco de mucho cuidado, y ayudar a los compañeros y saber que ellos arriesgarán el pellejo por salvar el tuyo. Si hay un accidente lloraremos a los muertos con todo el pueblo y al día siguiente volvemos a sacar el carbón, que hay que sacarlo.

Como cuando a aquellos siete les pilló el grisú y la boca del pozo se llenó de mujeres, compañeros y de guajes que esperaban no tener razón en lo que pensaban.

Sal a la calle, que estas humedades cuecen los huesos, fuera hace sol.

Tenemos la suerte de que esto solo sea un museo de la minería y yo un minero jubilado, que ha cambiado el martillo por la labia para turistas, grupos y niños de colegios.

viernes, 13 de abril de 2012

14 de Abril

 

                 España

España de las luces apagadas,

del callado abandono del sembrado ,

de las rejas con flores marchitadas,

del orgullo en el asta avergonzado.

Si te dicen que pagues diezmo al amo,

que otros tienen el mando de tus días,  República

recuerda aquellos tiempos que podías 

al clarín, con tus hijos llenar campos.

Los brazos que te alzan hacia el cielo

los callos de las manos que acarician

no merecen cadenas en el duelo.

Rompe yugos que esclavicen tu soñar.

Que no claven más lanzas en tu suelo

que no llenen de aquel hambre  tu solar.  

viernes, 6 de abril de 2012

Melodía

imagesCANLKI8O Pasaba del frío al calor sin más motivo aparente  que transitar por aquella acera.

Nada había alrededor que cambiara el paso del mundo, nada que encendiera nuevas luces, nada que arrancara al sol de su letargo. Pero su paso era rápido sobre las baldosas hasta llegar a la ventana desde la que salía aquella voz cantando.

No sabía por qué gritaba desterrado el invierno, ni a qué venía la explosión de los geranios, como brotes de sangre manando. Pero ralentizaba la marcha mientras sus oídos se enganchaban de las rejas que peinaban la canción.

Nada importaba el grito de las sirenas de las fábricas, ni los espasmos poderosos de las explosiones, ni la rabia de la goma ardiendo y pariendo vapores negros. Porque la voz de aquella mujer le aprisionaba entre nubes azules y soles perpetuos.

Le asaltaba una amnesia que borraba los colores del mundo, perdía el contacto con el reloj y el calendario y solo entraba en los dominios de sus sentidos la melodía fugitiva por el aire.

Y todo al darse cuenta de que en la caja de su pecho lo que de verdad latía era su corazón de violín.

 

miércoles, 4 de abril de 2012

Magdalena

escenadeteresaPoca gente lo sentirá más que yo, aunque muchos hagan salir mares de sus ojos. La mayoría, yo sé que huirán, tratarán de volver a sus casas a esconderse de las represalias y a emprender una nueva vida lejos de los muros de esta ciudad que les persigue.

Recuerdo los atardeceres con mi cabeza apoyada en su hombro, viendo esconderse al sol entre llamaradas rojas y anaranjadas.

El me decía que no hay cosa más grande que el amor entre los hombres y yo solo podía entender mi amor por él. Luego, cuando la noche apagaba las luces del cielo y soplaba en el aceite del candil, me sentía acariciada por sus manos suaves y sabía que es difícil encontrar más gloria que la de unos besos de fuego, que consumen con una lentitud desesperante y precipitan el tiempo por la columna vertebral.

Cuando volvió trasfigurado de aquella montaña me hizo saber qué esconden los pliegues del futuro. Supe que su vida, la mía, llega a un fin escrito antes de que empezaran los siglos y que la amistad se convertirá en traición y la obcecación le negará tres veces, antes de que el gallo cante dos.

Pero yo quiero estar a sus pies hasta que todo acabe, porque llevo en mi escrita una deuda de amor y de sangre desde que él me salvó, haciéndome saber que soy un ser humano, digno de mirar a los ojos a quien se atreva a lanzar la primera piedra.

 

primera piedra. 

miércoles, 28 de marzo de 2012

Currículo

imagesEn ninguna parte parecían entenderle. Le molestaba particularmente la mirada de arriba a abajo y el poco valor que daban a sus méritos.

Al menos se podrían molestar en evaluarle, en darle la oportunidad de demostrar que tiene entre sus manos cualidades que nadie más posee.

Cada vez que le daban con la puerta en las narices, él trataba de ser positivo y de no rendirse. Se encogía de hombros y decía: Prejuicios de ignorantes, otro me valorará.

La última vez que llegó a un circo en busca de trabajo, le recibió el patrón. Un fulano desagradable y mal encarado, que también le miró de arriba a abajo.

Como con prisas, impaciente el patrón le dijo:

-Así que quieres trabajar en éste circo, ¿qué sabes hacer?

-Señor, sé imitar a los pájaros.

-¿Nada más que eso?

-Si señor, y lo hago como nadie.

-¿Tú piensas que esa tontería me hará ganar dinero? ¿a tí te parece que alguien pagará una entrada por ver como imitas a los pardales o a las cornejas? No me hagas perder el tiempo, tengo que ir a encargarme de mis quehaceres.

Entonces él decidió que no valía la pena rogar a aquel ignorante.

-Señor, que tenga un buen día. Y se marchó volando hacia los chopos.

jueves, 22 de marzo de 2012

La Bella del Beso

imagesElla le despertó con un beso en los labios. Suave, tierno, intenso.

Él se sobresaltó un poco atontado, al darse cuenta de que se había quedado dormido con los pinceles y la paleta en las manos, mientras pintaba aquel cuadro que le obsesionaba.

Otras veces, los cuadros encargados, los resolvía de una forma profesional, sin apasionarse en las pinceladas. Pero esta vez, desde que pintó la silueta de aquella mujer, que salió de su imaginación, no podía parar de pintar.

A pesar de todo, los ojos de la bella, fueron retocados por su mano una y otra vez, sin conseguir el efecto que él había imaginado. Reinventó el color de sus mejillas, pero seguía sin ser ella. Hizo su piel más luminosa, pero seguía sin conocerla.

Ahora le despertaba aquel beso tras demasiadas horas de trabajo infructuoso, el cansancio había hecho presa en él, hasta que no pudo más y se durmió.

Después del beso que le despertó, la bella volvió al cuadro andando despacio y él se dio cuenta de que sus labios ahora le sonreían desde el lienzo, dando forma al fin a la bella del cuadro.

martes, 20 de marzo de 2012

El tabique

TabiqueCada tarde, después del trabajo, se sentaba en la terraza de un bar con una cerveza entre las manos y esperaba.

Siempre a la misma hora, con una puntualidad casi planeada, ella pasaba por la acera despacio, con la mirada perdida hacia adelante y se detenía en la parada del autobús, unos metros más allá.

Al pasar ella a su lado, él aspiraba profundamente aire para detectar el aroma que ella dejaba. Ella no usaba perfume, pero olía a limpio.

Hasta que llegaba el autobús, él la miraba cada instante, para no perderse ni un momento de aquella espera. Sus ojos claros, su pelo castaño brillante y una forma de moverse entre infantil y decidida.

Ella se había dado cuenta de que era observada y miraba de reojo, con disimulo hacia la mesa de la terraza.

Después llegaba el autobús y terminaba el encuentro tácito. Ella se alejaba entre una nube de humo y él se dirigía a su casa a pie, apretando el paso y con las manos en los bolsillos.

Por un extraño fenómeno, los dos se tendían en la cama, nada más llegar a sus casas, ella colgando su bolso del perchero y él sacudiendo, como con prisas los zapatos.

Y de pronto, los dos veían solamente con cerrar los ojos, las escenas que nunca se atrevieron a protagonizar.

En esos momentos las lenguas se expresaban en el idioma de las olas, con un ir y venir, primero dulce y después desenfrenado, hasta salvaje.

Brillaba el sudor en las pieles y las bocas se entreabrían en suspiros, que llamaban a las manos a acariciar lomas y llanos del color de la cebada.

Horas de recorrer con la luz clara y los ojos cerrados, cada rincón del mismo cuerpo. Cada uno en distinta habitación pero con las sensaciones tan reales como cuando se siente la brisa entre los árboles.

Al fin llegaba la inundación a los dos vientres, con la fuerza demoledora de un tsunami tibio y salado.

Al día siguiente, cuando él pedía la cerveza en la terraza, después del trabajo, los dos ignoraban que en sus habitaciones, en aquel bloque inmenso de pisos, aunque ni siquiera pertenecían al mismo portal, un tabique juntaba las cabeceras de sus camas desde siempre.

lunes, 12 de marzo de 2012

Don Miguel

delibesA pesar de todo, Don Antonio Machado amaba a mi tierra y la pintaba en sus ocres y en el verdor de los álamos junto al río. Pero algo me distanció de él cuando leí aquello de “Metida en sus andrajos, desprecia cuanto ignora” y cuando pintó paisanos como “atónitos palurdos sin danzas ni canciones”. Me di cuenta de que aunque nos amaba, no terminaba de querer ser uno de los nuestros.

Al cabo de un tiempo, Don Miguel me hizo reconciliarme con mi tierra, desde las páginas de los libros, escritas con las palabras que oí desde niño vagar por las llanuras descarnadas.

Los que a otros ojos eran atónitos palurdos, resultaron ser portadores de la ancestral sabiduría.

Daniel El Mochuelo, el señor Cayo, Melecio persiguiendo patirrojas, herejes incomprendidos en su tiempo, santos inocentes víctimas de la España más profunda, amante de la sombra alargada de los cipreses.

Y reconocí en él la lengua que aprendí de los míos, vi que sentía como yo correr el viento del invierno en las parameras, que elevaba a la categoría de cultura el saber popular, que sabía describir como nadie el miedo a la helada negra.

Muchos escritores escriben en español, pero nadie ha sabido como don Miguel escribir en castellano.

A pesar de la dureza de una lengua propia de barbechos y rastrojeras, gracias a don Miguel Delibes, cuando hablo en castellano, tengo la impresión de paladear el más delicioso de los manjares.

Aunque hoy hace dos años que nos dejó, quiero decirle hasta siempre, don Miguel, maestro.

jueves, 8 de marzo de 2012

Ocho de marzo

imagesEmpezaba a estallar la primavera, cuando una tarde, las sirenas del pozo de la mina aullaron de miedo y de dolor sin previo aviso.

A ella algo se le retorció por dentro y sintió un pinchazo en las tripas que le advirtió de que algo se rompía en su vida. Salió corriendo hacia la mina, donde le dieron la noticia, en la reunión de vecinos a la boca del pozo.

Desde que a su marido se le llevó el grisú, llenó las bocas de sus hijos a base de dejarse la piel en trabajos mal pagados y agotadores y soportando de sus jefes lo que tenían que soportar las viudas pobres.

Un día, ya jubilada, su nieta le explicó que cada ocho de marzo la gente recuerda a mujeres como ella.

jueves, 1 de marzo de 2012

Y en la actualidad…

MarilynTu sabes Norma, que hubiera hecho por tí cualquier cosa que me pidieras. Como aquella vez que robé el cadáver de la morgue para que te sustituyera en el ataúd que todos lloraron.

Tu despertaste en el hospital creyendo que habías muerto, ¿te acuerdas?.

Pude encontrarte, antes de que murieras por aquel bote de pastillas que te tragaste y desde entonces has vivido con tu verdadero nombre, con tu verdadera vida, lejos de las luces de Beverly Hills.

Pero te pido por lo que más quieras que dejes de llorar, si no quieres matarme.

Ahora que los dos ya somos viejos, me siento impotente para borrar las arrugas que te torturan.

No señor, eso no es tan fácil como cuando entre los dos matamos a la maldita Marilyn Monroe.

domingo, 26 de febrero de 2012

Orejuelas

orejuelas 2Hoy voy a hacer orejuelas.

Bastaban cinco palabras para poner en ebullición los ánimos de la chiquillería que formábamos mis hermanos y yo, poniéndonos en corro al rededor de aquella mesa robusta que toda la vida sirvió a mi madre para sus trabajos culinarios.

En mi casa nunca fuimos muy de carnaval, en aquellos años esa fiesta se medio celebraba apenas, pero siempre siguió mi madre la tradición de proveernos de buenas fuentes de orejuelas típicas de tal época.

Las orejuelas son un postre de delicado paladar, pero de contundentes efectos sobre las reservas naturales de energía, que nuestro cuerpo almacena. Claro, que según en qué épocas, eso nunca fue un problema.

Recuerdo como empezaba el trajín eficiente de mi madre por la cocina. En un momento se llenaban la mesa y la trébede de utensilios, ingredientes y cacharros listos para la más dulce de las alquimias.

En una sartén se calienta una taza de aceite en la que se resquema la cáscara de un limón. El aroma se empieza a expandir por la cocina y los chiguitos comienzan a relamerse pensando ya en la obra terminada.

Se saca la cáscara del limón y se reserva ese aceite para que se enfríe.

En un cacharro, que recuerdo que era de barro, se baten bien  tres huevos y se añade a la fórmula una taza de zumo de naranja, una pizca de canela, un pellizco de bicarbonato, tres cucharadas de azúcar y el aceite frío.

Para acabar de preparar el pecado golosón, se añade algo prohibido a la gente menuda, pero consentido en esta masa: una taza de anís.orejuelas3

Luis Ángel, sácame la harina. y a mi me faltaba tiempo para cumplir la orden, no se fuera a retrasar el producto final.

Se hace un montón de harina en la mesa practicando un cráter en tal montaña, dentro de ese cráter se echa el líquido del cacharro y se empieza a mezclar con la harina para hacer la masa.

Se ha de añadir la harina precisa para que la masa se pueda trabajar sin que se pegue a las manos.

El trabajo de amasar no es agotador, pero resulta un ejercicio cansado. Recuerdo algún ¡ay! reparador de mi madre, mientras se pasaba el antebrazo limpio por la frente.

Ya está lista la masa amarilla que huele a gloria bendita y ya están los pellizcos semifurtivos de los chiguitos golosos y los manotazos cariñosos en las manos.

Se toman pequeños trozos de masa y se extienden por la mesa enharinada. La masa queda muy bien extendida y muy fina extendiéndola con un rodillo de amasar, pero hoy en día echo de menos aquella herramienta perfecta para este uso, que era la botella de cristal en la que rezaba en letras rojas: Gaseosas Lozano, El Burgo Ranero (León).

Se corta la hoja de masa,con formas irregulares, con la punta de un cuchillo y se echan a una sartén con abundante aceite.

Solo la experiencia te dirá como conseguir la temperatura perfecta del aceite, pero ha de estar lo suficientemente caliente para que a las orejuelas les salgan grandes ampollas y sin embargo no se quemen.

Una vez fritas, se extienden sobre un paño, hoy papel secante, para eliminar el exceso de aceite y luego se colocan en una fuente espolvoreando sobre ellas azúcar al gusto, en mi caso mucho gusto, por lo tanto mucha azúcar.orejuelas1

Manjar de dioses, delicia de golosos y tragadores. Los chiguitos nos abalanzábamos sobre ellas a penas comenzaban a enfriarse y en unos días, hasta que se terminaban, paseos casi furtivos hasta la alacena a visitar la fuente.

martes, 14 de febrero de 2012

Memoria del corazón

        Cuando pudo salir por vez primera a la calle después de su operación, notó que su nuevo corazón saltaba de alegría en el pecho.

Los primeros meses, tras salir del hospital, apenas pensaba en otra cosa que en sobrevivir, pero alguna tarde se formaba en algún lugar la imagen de una mujer, al principio borrosa pero cada vez más clara.

Le parecía recordar un calor en el pecho que nunca antes había sentido y además sentía unas ganas irrefrenables de salir a buscar a aquella mujer, que no dejaba de visitarle en sus sueños.

En la acera de enfrente, caminando junto a los setos de un jardín, la vio una tarde. Increíblemente era la misma de los sueños recurrentes y una taquicardia le hizo seguirla.

Después de un tiempo de aprenderse los ires y venires de ella, y de abordarla, quedaron una noche para cenar y salir a bailar.

La primera vez que la tuvo en sus brazos el nuevo corazón se le desbocó al notar ese calor, mil veces conocido, al sentir los brazos de ella rodear su cuello. Y cuando la besó por primera vez, recordó haberla besado miles de veces antes de conocerla.

No se extraño al oírle contar que su marido, murió en un accidente de tráfico el mismo día que a él le trasplantaron el corazón.