sábado, 30 de marzo de 2013

Vivir muriendo

IMG_1677Al fin se ha abierto un claro en el rostro negro del cielo. Ha llovido tanto, que se han secado las calles de tanto rodar vuestras lágrimas.

Corría entre los campos vuestro hartazgo hecho río, arrasando a su paso rabioso las esperanzas de respirar el sol, lavando las sales que blanquean la tierra, para terminar por disolver las piedras en un pequeño mar con dos orillas, cada vez más separadas.IMG_1710

Y todo porque, a pesar de vuestras plegarias, el uni-verso ha querido derramar sobre vosotros la fluidez enfurecida de un torrente.

Pero al fin, el negro de la noche es inmaculado y las estrellas no pueden ser manchas, son los reflejos de vuestros ojos, clavados en una inmensidad que devora esperanzas.

IMG_1718Os habéis apiadado, habéis bajado de la cruz a vuestro propio sufrimiento, aun tenéis fuerzas, y mientras todo el pueblo miraba, colocabais en una urna funeraria vuestra propia historia, cada segundo muerta ya y resucitada.

Esa forma de vivir muriendo recorrió, una vez más, el suelo oscurecido de vuestras calles eternas y vosotros volvisteis a adorar a la muerte que os habita desde siempre.IMG_1706

Aunque no concebís otra forma de vivir que la de ir muriendo, yo sé porque soy de los vuestros, que una vez encerradas las estatuas en el recuerdo oscuro, volveréis a empeñaros en morir viviendo. 

jueves, 21 de marzo de 2013

Nuestras posibilidades

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El mural de arriba es de Marín de la Red

Qué felices éramos sin saberlo.

Ahora vemos, pasado el tiempo, nuestra imagen pintada en las paredes y nos preguntamos como perdimos la calma de los días.

Estábamos acostumbrados a la compañía, casi obligatoria del pan y del vino. La lumbre reinaba en el hogar, sin manchar la luz encalada de las paredes y el sol nos acariciaba de forma gratuita.

Así vivíamos porque esas eran nuestras posibilidades, sabíamos la vida ganada tan sólo con vivirla, porque teníamos derecho a vivir.

Quizá todo lo perdimos porque se nos olvidó mirar al lado del cuadro que estaba pintando el futuro y que nos miraba como al pasado.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Lobos

images-Vaya día has escogido para empezar a trabajar, guaje. Además de enterrar ayer a los compañeros que reventó el grisú, ahora esta nevada.

- No le hagas caso al Zape, es un poco animal, pero no es mal paisano, dijo Sabas.

A la luz de las linternas avanzaban con dificultad en la nieve que les llegaba a las rodillas, con ciertas prisas ya para llegar a tiempo a la mina, a la sirena del turno de noche.

- ¡Callad! dijo Nino, El Zape y como un rayo se cruzó el lobo entre los robles de la ladera del monte.

Nino El Zape, le iluminó con la linterna y el lobo le devolvió la luz desde sus ojos incendiados.

-Sabas, ten cuidado o no volverás a ver a esa mujerona que tienes ahora en la cama, dijo el bestia del Zape.

Sabas vio arrugarse al guaje y quiso quitar hierro al asunto.

-Tranquilo guaje, no nos atacarán, somos tres tíos y mucha hambre tienen que tener para que se atrevan.

A duras penas fueron llegando a la campa que  estaba a la entrada del pozo, espantando a la manada de lobos que iban y venían, cada vez más cerca.

Alrededor de la boca del pozo los mineros esperaban en silencio la llegada de todos los compañeros, para juntos recordar a los muertos del grisú.

Don Anselmo, el dueño de todas las minas de la comarca, quiso presentarse aquella noche, a pesar de la nevada, a testimoniar su autoridad a aquella pandilla de brutos que el día antes refunfuñaban por lo bajo contra él.

El patrón se dirigió a las oficinas de la dirección, mientras cuatro guardias civiles  le abrían paso entre los mineros silenciosos.

Nino, El Zape, cuando don Anselmo hubo llegado a las oficinas, pasó el brazo por encima del hombro del guaje y le dijo: Mira chaval estos lobos que han pasado por aquí, si que son peligrosos.

jueves, 14 de marzo de 2013

Una güija en La Casa del Cura

397927_342739419085165_211514647_nEcharon a correr como locos por la calle abajo con esa corriente eléctrica que sube desde el bajo vientre hasta las axilas y hemos convenido en llamarla miedo.

La Casa del Cura son esos restos de un caserón que, hace un siglo, Doña Margarita, una rica mujer sin descendencia, cedió al pueblo para alojar al párroco de turno.

¿A que no hay lo que tiene que haber para montarnos una güija en La Casa del Cura?

Llamarían al espíritu de Don Nicolás, aquel cura recto, tirano y amante del ordeno y mando.

Menuda venganza dulce. Seguramente el espíritu del cura, sin nudillos con los que dar capones y sin el vuelo del manteo con el que remangar latigazos, sería mucho menos temible de lo que fue en vida.

Todos recordaban la férrea disciplina que imponía Don Nicolás, tanto a los chiguitos asistentes a la doctrina en el portal de la iglesia, como a los labriegos rudos, pero sumisos, en aquellos años del sí, señor. También recordaban las mujeres a Fermina, la hermana del cura, que pasaba revista a los vecinos a la entrada de la iglesia, comprobando el correcto vestir, para asistir a la Cura gallegoSanta Misa.

Nada de piernas sin medias, velo colocado correctamente, Los chavales con pantalones largos y con calcetines y nada de ir en mangas de camisa.

Empujaron la puerta pesada de madera y se colaron dentro del caserón abandonado, con unas voces y risotadas que emitían con ritmo descendente a medida que se iban adentrando en la vieja casa en ruinas. 

Alguien sacó una linterna, por si había que ver la cara de algún fantasma y colocaron el tablero de la güija sobre un cajón de fruta que había por allí.

Don Nicolás, si usted nos escucha (cualquiera le trataba de tú, ni muerto) manifiéstese.

La lechuza hizo una pasada sobre sus cabezas y los pelos de aquellos bigardos, se erizaron como enchufados a la luz. Alguno hizo el primer amago de huir, pero el grandullón les dijo que vaya pandilla de mariquitas histéricas, que prietas las filas.

382709_342735142418926_1063444341_nDon Nicolás ¿está usted aquí? y el vaso se fue al sí como un tiro. La flojera de piernas iba en aumento.

Que os digo que el cura está muerto y bien muerto, al primero que corra le corto las orejas, bramó el grandullón.

Si no te sabías la respuesta, por no estudiar el catecismo, Don Nicolás te sacudía en la cabeza de refilón, a modo de coscorrón deslizante pero contundente con la enorme llave de la iglesia. Uno se rascaba con violencia un rato, sin saber si quemaba o escocía.

En el segundo vuelo, la lechuza tropezó con un viejo armario polvoriento, arrimado a la pared y de lo alto, cayó oxidada y herida por el tiempo; ¡La Llave!

La Llave fue a caer de refilón, a modo de coscorrón deslizante pero contundente, sobre la dura mollera del grandullón, que prendió pies despavorido y detrás de él, todos los demás.

La cuesta abajo favoreció la velocidad de la estampida, los gañanes entraron en el bar colorados pero como si tal cosa.

Cuando el pueblo le ganó la guerra al obispado y recuperó La Casa del Cura, mandaron a los albañiles a empezar la rehabilitación y éstos, se encontraron tirado en el suelo un tablero de güija y un vaso roto.

A los tres días, los albañiles abandonaron la casa y no volvieron ni a cobrar.

sábado, 9 de marzo de 2013

¿Accidente?

imagesNo recuerdo muy bien como sucedió, señor comisario.

No sabría decir si fui víctima del sueño traidor de después de comer,o me jugó una mala pasada la tensión, que desde hace un tiempo anda fastidiándome.

La cosa es que, cuando me quise dar cuenta, me encontré con el camión, mitad en la cuneta, mitad subido sobre el coche.

Uno ya tiene las condiciones limitadas, son 65 años los que tengo y las jornadas de trabajo se me antojan interminables. Son doce o trece horas diarias, señor comisario, cargar y descargar y estar pendiente de las cuarenta toneladas que empujan, es una labor de una persona joven y no de un tío tan trabajado como yo.

Si, señor comisario, en un calentón, cuando prolongaron la edad de jubilación, maldije y deseé que si algún día me fallaban las fuerzas en carretera y mi camión se me iba, viniera de frente el mercedes del presidente.

Le juro, señor comisario, que no lo hice a conciencia. ¿Como me podría yo imaginar que en ese coche que está bajo el camión viajaría él, para dar una conferencia en la universidad, sobre la sostenibilidad de las pensiones?

domingo, 3 de marzo de 2013

Casa Botines

541522_10200206789406407_1403867522_nEl nombre del edificio, siempre me pareció curioso: “Casa Botines”

De pequeño pensaba en los “botines” como en un calzado cerrado, con un mínimo tacón y alto. Muy de la gente elegante.

¿Fabricarían ahí los botines? ¿sería esa casa la propiedad de alguien con ese mote?

Más tarde, lo que es la instrucción, supe que la palabra botines también nombra a los frutos de un robo o al despojo de los vencidos tras una batalla ganada.

Luego, al pasar de los años y al principio de un paseo por La Calle Ancha, me enteré de que, una caja de ahorros es la propietaria de aquella Casa Botines.

La lógica me hizo atar cabos dentro de mi cabeza y se me encendió la luz ¡Anda, así que ahí los guardan!